¿Sabes esa sensación cuando conoces a alguien que también se sabe de memoria todos los hechizos? Así empezó todo. Éramos un grupo de fans charlando por internet, pero llegó un momento en que los emojis de varitas no eran suficientes. Queríamos vernos las caras, compartir cervezas de mantequilla (bueno, cervezas normales) y hablar de teorías conspiranóicas sobre Snape hasta las tantas.

Los encuentros informales se convirtieron en quedadas regulares. Y de repente, alguien soltó la bomba: ‘¿Y si montamos algo en serio? ¿Y si creamos una asociación de verdad para poder hacer cosas más grandes?’

Aquí viene la parte donde te ríes o lloras con nosotros: diez meses. DIEZ. MESES. Luchando contra formularios que parecían escritos en runas antiguas y funcionarios que claramente eran squibs. Cada vez que pensábamos que lo teníamos, aparecía otro requisito absurdo. Fue como enfrentarse a un Boggart burocrático que cambiaba de forma constantemente.

Pero oye, si Harry pudo con Voldemort, nosotros podíamos con el papeleo. Y aquí estamos: la SEMM existe porque somos más cabezotas que una mandrágora adolescente.

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